Un estudio, liderado desde el Instituto de Medicina Personalizada de Nevada (NIPM) en la Universidad de Nevada en Las Vegas (EEUU) y basado en el análisis de resultados de docenas de estudios anteriores sobre la conexión intestino-cerebro, indica que existe una estrecha relación entre determinados tipos de bacterias intestinales y la enfermedad de Alzheimer.
El análisis, publicado en Scientific Reports, halló una correlación significativa entre 10 tipos específicos de bacterias intestinales y la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Seis categorías de bacterias se identificaron como protectoras, y cuatro tipos de bacterias se identificaron como un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Los autores determinan que el grupo de bacterias perjudiciales pueden segregar ácidos y toxinas que se diluyen y filtran a través del revestimiento intestinal, interactúan con el gen APOE y desencadenan una respuesta neuroinflamatoria, afectando a la salud cerebral y a numerosas funciones inmunitarias y favoreciendo potencialmente el desarrollo del trastorno neurodegenerativo.
El descubrimiento de los distintos grupos bacterianos asociados a la enfermedad de Alzheimer aporta nuevos conocimientos sobre la relación entre la microbiota intestinal y Alzheimer, lo que podría desembocar en el desarrollo de nuevos tratamientos eficaces.
Lo que comemos influye mucho en la estructura y en la composición de las comunidades microbianas del intestino. La primera prueba de ello se obtuvo mediante la comparación de muestras de microbiota fecal de distintas especies de mamíferos. La microbiota de los herbívoros se diferencia claramente de la de los omnívoros o carnívoros exclusivos. Por tanto, la dieta habitual parece ser el principal determinante de la composición microbiana intestinal cuando se comparan muestras de distintas especies. Así, la microbiota fecal humana es similar a la de especies de primates omnívoros. La variedad de alimentos de la dieta omnívora y el estilo de vida libre de nuestra especie son probablemente los principales factores que afectan la composición de la microbiota intestinal humana.
Este dato cobra gran importancia cuando existen diferencias entre la dieta de distintas poblaciones humanas. En estudios realizados en la etnia hazda, en Tanzania, pueblo de cazadores y recolectores y con una dieta rica en fibra (frutas, raíces y tubérculos) y muy baja en grasas, presenta una microbiota mucho más diversa y rica en la que predomina el género Prevotella, modelo de bacterias adaptadas a recuperar la energía y nutrientes de alimentos ricos en fibra vegetal. Estudios similares se han observado en etnias amazónicas de Brasil y Perú. En cambio, las sociedades industrializadas tienen un predominio de Bacteroides, por el consumo de alimentos proteicos y grasa, que presentan un elevado contenido energético. Especial interés tiene el estudio de Di Filippo que comparó la microbiota de niños africanos (de Burkina Faso) con la de niños europeos (de Italia). Los primeros tienen mayor presencia de especies del género Prevotella, menor abundancia de especies de Bacteroides, mayor diversidad microbiana y mayor producción de ácidos grasos de cadena corta. Es razonable especular que la dieta agraria de Burkina Faso (rica en carbohidratos complejos, fibra y proteína no animal) en comparación con la dieta occidental (rica en proteínas y grasas animales, azúcares, almidones y pobre en fibra) tiene un papel determinante en las diferencias observadas.
Por lo tanto, el incremento de la ingesta alimentaria con proteínas y grasa animal junto con la ausencia del consumo de fibra dietética aumenta la abundancia de microorganismos tolerantes de las sales biliares y disminuye los niveles de especies que metabolizan los carbohidratos complejos de los vegetales. Por el contrario, el consumo abundante de fibra dietética, frutas, verduras y otros vegetales se asocia con incrementos importantes de las especies fermentativas. En conclusión, la mayor proporción de Prevotella en la microbiota intestinal del humano adulto es un marcador de regímenes dietéticos propios de áreas rurales y cultura agraria, mientras que una mayor proporción de Bacteroides se asocia con residencia en regiones industrializadas y hábitos dietéticos propios de la vida urbana